La Eneida y Cesar Augusto.
Leyenda de Rómulo y Remo.
Dice la leyenda que Ascanio, hijo del héroe troyano Eneas, habría fundado la ciudad de Alba Longa sobre la orilla derecha del río Tíber. Sobre esta ciudad latina reinaron muchos de sus descendientes hasta llegar a Numitor y a su hermano Amulio. Éste destronó a Numitor, para que no pudiese tener descendencia que le disputase el trono, condenó a su hija, Rea Silvia, a ser sacerdotisa de la diosa Vesta para que permaneciese virgen.A pesar de ello, Marte, el dios de la guerra, engendró en Rea Silvia a los mellizos Rómulo y Remo, cuando éstos nacieron y para salvarlos fueron arrojados al Tíber dentro de una canasta que encalló en la zona de las siete colinas situada cerca de la desembocadura del Tíber, en el mar.
Allí una loba, llamada Luperca se acercó a beber y les recogió y amamantó en su guarida del Monte Palatino hasta que finalmente les encontró y rescató un pastor cuya mujer los crió. Ya adultos, los mellizos repusieron a Numitor en el trono de Alba Longa y fundaron como colonia de ésta, una ciudad en la ribera derecha del Tíber, en el lugar donde habían sido amamantados por la loba, para ser sus Reyes.
Rómulo y Remo discutieron sobre el lugar en el que fundar la ciudad y decidieron consultar el vuelo de las aves, a la manera etrusca. Rómulo vio doce buitres volando sobre el Palatino y Remo sólo divisó seis en otra de las colinas. Entonces Rómulo, para delimitar la nueva ciudad, trazó un recuadro con un arado en lo alto del monte Palatino y juró que mataría a quien osase traspasarlo. Remo le desobedeció y cruzó con desprecio la línea, por lo que su hermano le mató y quedó como el único y primer Rey de Roma. Este hecho habría ocurrido en el año 754 a. C., según la versión de la historia oficial de la Roma antigua.
Cesar Augusto.
Tras la muerte del emperador romano Julio César en el año 44 a.C., se estableció un triunvirato para dirigir a las provincias romanas. Este triunvirato estaba compuesto por Octavio, sobrino nieto de Julio César y designado como heredero, y los generales Marco Antonio y Marco Emilio Lépido. Poco tiempo perduró el llamado “Segundo Triunvirato”, que terminó con el enfrentamiento de sus miembros, resultando vencedor Octavio, en la famosa batalla de Actium.A raíz de los disturbios que siguieron al asesinato de Julio César, se forjó una alianza entre Octavio, Antonio y Lépido que supuso el aniquilamiento de las personas implicadas en dicho magnicidio. A fin de reorganizar la estructura política de la República, se organizó formalmente un triunvirii res publicae constituendi. A diferencia del Primer Triunvirato, el Segundo se formó como una comisión de tres miembros destinada a reconstituir la República, y a cada uno se le asignó un área geográfica de actuación.
Sin embargo, pronto comenzaron los enfrentamientos internos. Lépido cayó al intentar arrebatar el gobierno de Sicilia a Octavio, tras lo cual Antonio y Octavio se repartieron los territorios romanos.
Terminada la conquista de Armenia por parte de Antonio, este pasó el verano en Egipto junto a Cleopatra quedando hechizado por ella y dándole hijos. Además repudió a su esposa Octavia, acto tras el cual Octavio hizo público el testamento de Antonio donde dejaba los territorios orientales de Roma a sus hijos y a Cesarión a quien reconocía como hijo de César. La guerra civil quedó sellada en Actium donde las tropas del joven César, al mando de Agripa, venció a Antonio y Cleopatra. Meses después, Egipto quedaba anexionado a Roma y Octavio allanaba el camino para el Imperio.
Cuando todavía era Octavio, luchó e intrigó para lograr la victoria durante más de una década de feroces guerras civiles, a lo largo de las cuales los seguidores de Julio César lucharon contra aquellos que lo habían asesinado en nombre de la “libertad” para luego dedicarse a combatir entre ellos mismos.
Fue entonces cuando Octavio hizo un cambio radical, en donde además de cambiar la imagen, también cambio de carácter marcado por un cambio de nombre. En el año 27 a.C., desechó el nombre de Octavio y su relación con las luchas y asesinatos. Consideró la idea de llamarse Rómulo, como el fundador de Roma, pero ese nombre también tenía connotaciones negativas; no solo se había convertido en rey tras matar a su hermano Remo, lo cual habría sido un recordatorio de las luchas de Octavio con Marco Antonio, sino que además, según la leyenda Rómulo había sido asesinado por un grupo de senadores, lo mismo que le había pasado a Julio César.
Así pues decidió optar por el nombre Augusto, que quería decir algo similar a “el reverenciado”.
César Augusto en principio sigue una política a la manera de la República Romana, con el objetivo de hacerse con el Senado a su favor, sin querer aceptar, títulos ni beneficios de este, con lo que demostró ser de la talla de un gran estadista, ya que se encontró con una Roma depauperada, por las guerras civiles y un pueblo descontento, por los abusos de los gobiernos anteriores dictatoriales. Augusto, proclama la restauración de la República Romana, anunciando además retirarse de la vida política, a lo que el Senado viendo en Augusto una persona capaz, no se lo permitió, dándole además el título de Príncipe, que naturalmente acepta, además de ello también le otorga el nombramiento de Imperator, a efectos militares, a pesar de que ya el Senado se abroga el derecho de nombrar sus propios generales.
César Augusto tiene a su favor, su riqueza personal, que en varias ocasiones pone su dinero a
disposición del Senado en casos de apuros económicos, y sobre todo Augusto, dispone de un elenco gubernamental magnífico, Druso es destinado al norte a las difíciles fronteras con los germanos, del Rhin y el Elba.
Con la llegada de Augusto al gobierno, el centro del poder pasó de forma pública a privada, por supuesto muchas de las antiguas instituciones, incluido el Senado continuaron funcionando, pero si había alguna decisión individual y específica crucial en el desarrollo del cambio político que Augusto comenzó, lo más probable era que no se tomara en el Senado o en el Foro, sino en la casa del mismo.
Augusto fue el primer político romano en darse cuenta de que el poder emanaba en parte por la visibilidad, o en actuar; en la historia han sobrevivido más estatuas suyas que de ningún otro romano. Su programa de embellecimiento no se limitaba solo a subrayar el poder del emperador, sino también demostraba que era descendiente directo de los dos fundadores de Roma, Rómulo y Eneas, como mencionamos anteriormente el no tomo directamente el nombre de Rómulo, pero sin duda encontró otras maneras de sugerir la idea de que había refundado Roma y de identificar su propio destino con el de la ciudad.
Como muestran las propias guerras civiles que llevaron a Augusto al poder, la Republica se derrumbó en parte porque los ejércitos romanos eran organizaciones semiprivadas, en donde le debían lealtad a su comandante antes que al Estado; Augusto nacionalizó las legiones y concentró su lealtad en él mismo. Lo hizo mediante un amplio programa de reformas estructurales: regularizó el reclutamiento, las condiciones de servicio y la paga, además de proporcionar una generosa paga de retiro al finalizar el período de servicio establecido, que era de dieciséis años al final de su reinado.
La Eneida.
Una vez establecido en el poder, Augusto dedicó su empeño a fortalecer las estructuras del imperio. Además de aplicar leyes y reformas sociales, una de las principales armas con las que contaba era la literatura: quería crear una gran epopeya nacional, una obra que “revelara” la grandeza a la que estaba destinado el imperio romano, y la ascendencia divina de sus líderes.Con esta intención, sugirió al poeta Publio Virgilio Marón, quien tenía intención de dedicar un poema a enaltecer la figura de Augusto que comenzara esta tarea. Así, Virgilio inició un arduo trabajo que le llevaría once años, e incluso hubiese tardado más, si la muerte no se lo hubiese impedido. Por orden de Augusto, el poema fue editado en las condiciones en que se hallaba al momento de la muerte de su creador, pese a tener varios versos inconclusos. Así nació entonces la epopeya del pueblo romano: la Eneida.
Durante su travesía, previa a la llegada al Lacio, Eneas desciende a los infiernos. Aquí se encuentra con Anquises, su padre, poco antes muerto, quien le vaticina los nombres de los que serán un día
sus descendientes, y los trabajos que deberán superar hasta lograr fundar la ciudad destinada a ser la más importante del mundo.
“...ahora voy a decirte la gloria que aguarda en lo futuro a la prole de Dárdano, qué descendientes vamos a tener en Italia, almas ilustres, que perpetuarán nuestro nombre...”
“...sigue Rómulo, hijo de Marte, (...) has de saber, hijo mío, que bajo sus auspicios la soberbia Roma extenderá su imperio por todo el orbe” ¹
La introducción de este relato, significa para el pueblo romano saberse predestinado por los dioses a dirigir el mundo, lo que no resulta poco. El saber este destino de grandeza que les ha tocado en suerte, crea la sensación de ser invencibles, pues los dioses así lo han querido, y por lo tanto, se ven en la obligación de conquistar al resto de los pueblos, corriendo el riesgo de la ira divina si así no lo hicieren. De este modo, los romanos dejaban de ser conquistadores codiciosos para ser instrumento de los designios del Destino, y todo rencor de los vencidos se tornaba injustificable. Además, dado que los romanos no separaban la historia y el mito, estos acontecimientos legitimaban al Imperio.
Augusto en la Eneida.
A lo largo de la obra, solo se nombra dos veces a Augusto: la primera, como ya hemos visto, en el canto sexto, durante el descenso al infierno, y la segunda en el canto octavo, en la descripción del escudo que Vulcano forja para el troyano.“César Augusto, del linaje de los dioses, que por segunda vez hará nacer los siglos de oro en el Lacio” ²
“En medio se veían dos escuadras de ferradas proas y la batalla de Accio; (...) De un lado se ve a César Augusto, de pie en la más alta popa, capitaneando a los Ítalos, con los padres de la patria, el pueblo, los penates y los grandes dioses” ³
En estos dos pasajes que aparece directamente nombrado, Augusto se presenta equiparado a los dioses, destinado a engrandecer a Roma.
Ahora bien, la figura de Octavio también aparece reflejada en la de su piadoso antecesor troyano. Podemos distinguir los rasgos de la personalidad del príncipe en los de Eneas:
· Eneas se cuida muy bien de actuar de acuerdo a lo que los dioses le ordenan, incluso parece no tener decisión propia; el paralelo lo encontramos en la fe adoptada por Augusto.
¹ Virgilio, Eneida, Ed. Losada, Canto VI, Pág. 126.
² Op. c., Canto VI, Pág. 126-127.
³ Op. c., Canto VIII, Pág. 166.
· Ambos se sacrifican en aras de la tarea que le ha impuesto el destino.
· El carácter duro, inquebrantable.
El hecho de compartir estas características con el héroe troyano, brinda a Augusto una imagen superlativa ante sus conciudadanos. Si recordamos que antes de comenzar a escribir la Eneida, Virgilio pensaba exaltar la figurad del príncipe mediante un poema que relatara la victoria de este en Actium, con esta obra lo logra mucho mejor, ya que no es un simple elogio demagógico, sino que lo eleva hasta la altura del héroe. Otra ventaja de este segundo proyecto es que ya no solo glorifica al emperador, sino a Roma como ciudad, a su pueblo.
Origen divino.
La ascendencia que presenta la Eneida, relaciona directamente a Augusto con la familia Julia. La importancia de esta relación radica en que esta familia proviene de Iulo, hijo de Eneas, y por lo tanto se incluía a este héroe al prestigioso árbol genealógico de los romanos. Se incorporaba entonces a su linaje la sangre de otra diosa, Venus, la madre de Eneas -ya sabemos que contaban con Marte entre ellos, padre, aunque en circunstancias no muy claras, de Rómulo y Remo.
Este hecho es motivo de orgullo para los romanos, porque se entiende que todo el pueblo es, por ende, descendiente de los habitantes del Olimpo.
”Ésos son tus romanos. Ése es César, ésa es toda la progenie de Iulo que ha de venir bajo la gran bóveda del cielo” ¹
La religión
En el plano religioso, el respeto que se les debe a los dioses aparece visiblemente destacado a través del cuidado de los Penates. Desde la huida de la ardiente Troya, donde Héctor encomienda el cuidado a Eneas hasta la conquista del Lacio, los Penates son custodiados y conservados con gran celo, ya que representan no solo a la extinguida Troya, sino también a sus dioses; es a través de los Penates que el espíritu de la ciudad de Príamo seguirá existiendo. En el grabado del escudo de Eneas, incluso se ve a Augusto triunfante junto a los Penates, y los mismos aparecen al momento de honrar a los dioses.
Se cuidan Eneas y sus compañeros, en forma permanente y rigurosa, de cumplir los tradicionales ritos en homenaje a los dioses. Así, se ve al caudillo rindiendo honras fúnebres a Polidoro, en el tercer canto, o en el canto undécimo los detalles del funeral de Palas, entre otros.
“ya ha recorrido un año el círculo cabal de los meses que lo componen, desde que depositamos en la tierra las reliquias y los huesos de mi divino padre (...) no dejare de cumplir estos votos anales, de solemnizar este día con las debidas pompas, de cubrir sus altares con las ofrendas gratas a los muertos.” ²
¹ Op. c., Canto VI, Pág. 126.
² Op. c., Canto V, Pág. 90.
El equilibrio entre las dos mitades
La promesa hecha por los dioses a Eneas de obtener él y sus descendientes el imperio del mundo, no es un invento de Virgilio. Esta explicación ya aparecía en “La Ilíada” y Nevio también la había relatado. Tenía el valor, éste argumento, de vincular la Roma imperial con el pasado más lejano y prestigioso del mundo heleno. Este vínculo no era poca cosa, ya que servía para reconciliar las provincias occidentales y los antiguos mundos helenísticos. El imperio corría el riesgo de que el imperio se dividiese en estas dos mitades, separadas por diferencias de lenguas, civilización, religión, tradiciones políticas.
Demostrar que Roma estaba unida al mundo griego por una comunidad de origen y cultura, era fundamental para mantener el equilibrio del Imperio. Por eso la importancia de la insistencia de Virgilio en la obra sobre los lazos que unen a Eneas con príncipes griegos.
Como hemos visto la historia de Rómulo fue una cuestión particularmente candente bajo el reino del emperador Augusto; cuando este tuvo que elegir un título imperial, consideró optar el nombre de Rómulo, pero lo rechazó debido a sus connotaciones fratricidas.
Además Augusto recurrió a un juego de humo y espejos en el que todos desempeñaban un papel, los senadores tenían que actuar como si aún tuvieran un grado de poder el cual no poseían, mientras que el emperador tenía que ejercitar su poder de tal manera que pareciera que no lo ostentaba.
La política el imperio se basaba en el doble lenguaje, casi tanto como en la fuerza militar, nadie decía exactamente lo que quería decir, o quería decir exactamente lo que decía. No obstante, no es una sorpresa que se diga que en su lecho de muerte, Augusto recitó una estrofa en griego de una obra cómica comparando su propio papel con el de un actor.
“Si he hecho mi parte bien, aplaudid, y sacadme del escenario entre aplausos”.
Además, Augusto tenía respuesta a la mayoría de los problemas de gobierno del Imperio romano, desde el cuidadosamente matizado, aunque hipócrita equilibrio del poder entre la monarquía y la aristocracia, hasta su nacionalización total del ejército romano, de forma en que asegura su lealtad al Estado en vez de a una serie de líderes políticos corruptos.
Pero fracasó notablemente en la creación de un sistema fiable de sucesión monárquica, eso fue en parte porque no existía ningún derecho de herencia romano reconocido, como era el del primogénito.
Augusto y su esposa Livia, tuvieron hijos con sus anteriores parejas, pero ninguno juntos. El resultado fue que el Imperio romano nace con un signo de interrogación sobre su posible sucesor y durante los siglos la sucesión fue disputada en repetidas ocasiones con el asesinato o con acusaciones de asesinato.
De hecho hubo acusaciones verdaderas o falsas, de que el primer emperador romano de cada una de las dinastías había sido asesinado, desde los higos envenenados que se supone acabaron con la vida del emperador Augusto hasta el suicido forzado de Nerón tras el golpe de Estado que acabó con su mandato.
Cabe mencionar que los emperadores que tuvieron más éxito después de Augusto fueron aquellos que consiguieron dominar el doble lenguaje y aprovecharlo en su doble beneficio.
Augusto encontró en “La Eneida” una gran ayuda para la reorganización del poder. La obra, apenas publicada, se empezó a leer en las escuelas, y fue divulgada en todos los círculos influyentes del imperio y entre los ciudadanos.
Ningún romano podía dejar de sentirse orgulloso y emocionado ante los sucesos relatados en la obra, y esto es un signo claro de que Virgilio había logrado el objetivo que el príncipe perseguía. Vale la pena marcar, finalmente, que si bien esto fue importante para el éxito del poema, su gran valor literario es el que ha hecho que perdure durante y siglos y haya sido el modelo épico durante mucho tiempo.
Bibliografía.
· Publio Virgilio Marón (1992). Eneida · http://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A9sar_Augusto · http://es.wikipedia.org/wiki/Eneida · http://es.wikipedia.org/wiki/Virgilio · http://www.disfrutaroma.com/leyenda-romulo-remo
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